Los comedores populares, pilares de la lucha contra el hambre - Acción contra el Hambre Perú
Los comedores populares, pilares de la lucha contra el hambre

Los comedores populares, pilares de la lucha contra el hambre

SARA MUERZA, EUAV Programme

Carmen Elizabeth Castillo ha hecho del comedor popular Casa de la Esperanza en Comas un hogar para decenas de venezolanos y peruanos. Trabaja como coordinadora y cocinera del comedor junto a su esposo y hermana de lunes a viernes para poder entregar 65 raciones diarias de comida a las personas más vulnerables. La realidad de las familias venezolanas no es ajena para ella. Venida de Venezuela con su pareja y sus dos hijos, conecta al instante con el dolor de sus compatriotas cuando recuerda las historias que le cuentan. Su implicación es inmensa. “Los beneficiarios no sienten que sólo van y retiran la comida, sino que sienten ese calor humano”, explica.

Son las personas de la comunidad -peruanas y venezolanas- que están en inseguridad alimentaria las primeras en recibir alimentos. El 80% de los beneficiarios del comedor son trabajadores informales, de los cuales muchos faenan acompañados de sus hijos. Viven al día, entre la incertidumbre de si podrán pagar el alquiler o la comida de ese día. Cuenta Castillo que la situación con la alimentación es bastante extrema: muchas familias tienen que decidir si ese día tomarán desayuno, almuerzo o cena. “Eso les pone a ellos en una zozobra”, confiesa. En el comedor Casa de la Esperanza, tienen la seguridad de que el almuerzo les será servido.

Desde las seis de la mañana que entra al comedor hasta las tres de la tarde todo es un continuo ajetreo. Los viernes la jornada se alarga hasta las cinco, momento en el que recibe la mercancía, los víveres y el gas, gracias al trabajo de Acción contra el Hambre con el apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la misión Perú y la Oficina de Población, Refugio y Migración del departamento de Estado de los Estados Unidos de América (PRM).

Su labor en el comedor inicia con el estado de emergencia por el COVID-19 recibiendo la ayuda de Acción contra el Hambre. “Fue la primera institución que nos socorrió. En el albergue Casa de la Esperanza teníamos la infraestructura para el comedor, pero no el personal, por lo que yo decidí asumir la responsabilidad de coordinarlo. Las mismas familias albergadas me ayudaban. Empezamos cocinando para 30 personas y hoy en día atendemos a casi 100”, recuerda.

Carmen Castillo llenando los tuppers con la comida que prepara todos los días en el comedor popular Casa de la Esperanza. 

Además de brindar al comedor víveres frescos, alimentos no perecibles y gas para la preparación de las comidas, Acción contra el Hambre capacitó a Castillo para poder gestionar la cocina. Así, aprendió a manejar, almacenar y rescatar alimentos y manejar instrumentos de planificación, entre otras muchas cosas.

Asimismo, Cynthya Condori, Especialista en Nutrición, le instruyó para poder detectar desnutrición y anemia en niños y niñas. “Nos encontramos con una población con un porcentaje alto de niños en riesgo de desnutrición y con anemia. Esa era nuestra mayor preocupación”, recuerda Castillo. Ahora la situación ha cambiado: a las familias con niños con bajo peso y riesgo de anemia se les da herramientas para que puedan mejorar su alimentación y aprendan a combinar ciertos alimentos para suplir carencias nutritivas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 12,1% de la población menor de cinco años de edad del Perú sufrió desnutrición crónica en 2020; en Lima Metropolitana, la desnutrición alcanzó al 4,6% de esa población. La prevalencia de anemia en niños y niñas de 6 a 35 meses de edad fue significativamente más alta situándose en un 40% a nivel nacional, y en Lima Metropolitana, en un 30,4%.

Castillo, emocionada, sólo tiene palabras de agradecimiento. “Tengo tres años trabajando con Acción contra el Hambre y ha sido todo un placer la confianza que ellos nos han brindado además de servir a una población que lo necesita. El comedor se ha podido constituir gracias al apoyo económico. Ni aun queriendo lo podíamos lograr”, concluye.

El proyecto* actual de Acción contra el Hambre apoya a diez comedores populares en los distritos de Comas, Ate Vitarte, Independencia, San Martín de Porres y San Juan de Lurigancho. 560 participantes directos se benefician de un programa que además de brindar insumos para la alimentación, fortalece las capacidades de los socios y dirigentes con un conjunto de capacitaciones.

Juana Quispe tiene 37 años y es estudiante de cocina y encargada del comedor popular Santa Rosa en Comas. Trabaja de lunes a viernes para poder dar de comer a 170 personas, en su mayoría venezolanas. “Siento que estoy haciendo algo bueno y trato de hacerlo lo mejor que puedo. Me hace sentir bien ver cómo las personas reciben un plato de comida y su cara de alegría. Siempre lo hago pensando en mi hijo porque no sé lo que me espera mañana”, explica Quispe.

Juana Quispe corta verduras para poder preparar las raciones diarias en el comedor popular Santa Rosa. 

Las personas beneficiarias del comedor son de bajos recursos económicos y sólo 70 personas pagan tres soles por su ración de comida; los niños huérfanos, madres con hijos y ancianos, entre otros, están exentos de ese pago. Para una población que no tiene acceso a una alimentación nutritiva y variada, el almuerzo que reciben en el comedor se torna esencial.

Quispe reflexiona sobre la mejoría del comedor a raíz del apoyo recibido. Los insumos le aportan estabilidad al comedor para poder beneficiar a un sector específico de la población y las capacitaciones le permiten seguir adquiriendo conocimientos prácticos. Se siente motivada para seguir ayudando. “Sigo pensando en los demás, que se sientan como quisiera sentirme yo”, apunta.

*“Provisión de insumos para la preparación de alimentos y entrenamiento para la gestión y sostenibilidad frente a emergencias de comedores comunitarios y ollas comunes que atienden a población migrante refugiada y de acogida”

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