Por América Arias, directora País de Acción contra el Hambre Perú
En América Latina y el Caribe la lucha contra la pobreza es uno de los desafíos más difíciles de enfrentar y no solo como consecuencia de la COVID-19. Otras amenazas, tales como el cambio climático o los diferentes conflictos sociales que se dan en la región dificultan su erradicación. Mientras que entre 1990 y 2015 se logró la reducción de la tasa anual de pobreza en un 1%, del 2015 al 2017 esta alentadora tendencia empezó a desacelerarse con un resultado de 0,5%, según cifras del Banco Mundial.
Antes de la llegada de la pandemia, en el 2019 un 20,2% de la población se encontraba bajo el umbral de pobreza y un 2,9% de la población en pobreza extrema, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). ¿Y cómo nos fue en el 2020? Según Macroconsult, existe un 26% de la población del Perú en condición de pobreza, lo que significa un aumento de 6 puntos porcentuales, debido en gran parte a las pérdidas de empleos que se generaron con la llegada de la COVID-19.
Según el Reporte Regional 2021-2023 de Acción contra el Hambre la economía en la región se contrajo en un 5,2%, la tasa de desempleo subió al 11,5% y la tasa de pobreza aumentó 4,4 puntos porcentuales en el 2020 (llegando al 34,7%), lo que significa un incremento de 28,7 millones de personas en situación de pobreza. Si la tendencia continua, las personas en situación de inseguridad alimentaria severa pasarán de los 47.7 millones actuales a 66.9 millones en 2030, sin tomar en cuenta los efectos que tendrá la crisis de la COVID-19.
Ante esta problemática Acción contra el Hambre ha enfocado sus esfuerzos en las personas más vulnerables afectadas por las crisis complejas y prolongadas que se están dando en la región, mediante una respuesta multisectorial integrada en diferentes países de América Latina, implementada gracias a los fondos recibidos de la Unión Europea, a través de ECHO (Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria).
En Perú, Acción contra el Hambre ha logrado impactar positivamente en la vida de 31 999 migrantes y refugiados solo en el último año de intervención del proyecto, priorizando la seguridad alimentaria y nutricional, la promoción de la higiene, el acceso a agua y saneamiento, el cuidado de la salud mental y la atención a la Salud y los Derechos Sexuales y Reproductivos (SDSR) de la población beneficiaria.
A través de la entrega de alimentos, especialmente a familias con niños y niñas menores de 6 años, y diversas campañas informativas, se ha logrado beneficiar a un total de 13 766 personas. Destaca especialmente el trabajo realizado con las ollas comunes, gracias a las cuales muchas familias de nuestro país han sobrevivido a la falta de ingresos durante la pandemia. Acción contra el Hambre, mediante una exitosa articulación con el Estado, los beneficiarios y las organizaciones de base, ha logrado la distribución de más de 100 toneladas de alimentos en albergues, ollas comunes y comedores populares y 22 665 raciones/platos de comida en albergues.
Por otro lado, preservar la salud ha sido fundamental. Por ello, se realizó la entrega de 2 435 kits de higiene, 158 kits de limpieza y 90 kits de protección. Además, para prevenir los contagios en mercados y centros comunitarios se instalaron 40 sistemas de lavamanos, lo que permitió garantizar el acceso a agua potable y condiciones de higiene y saneamiento de 9 740 peruanos y venezolanos.
