- Falta de empleo, violencia de género y escaso acceso a servicios básicos serán las grandes consecuencias de la pandemia.
Actualmente el mundo registra cerca de 124 millones de contagios de Covid-19, estando el Perú con más de 1 millón 480 mil casos de infectados. Las consecuencias de esta pandemia, de acuerdo al reciente Reporte Regional Latam 2021-2023 de la organización humanitaria Acción contra el Hambre, repercutirán en la seguridad alimentaria, y la salud física y mental del territorio nacional y de los países de Latinoamérica.
La crisis sanitaria trae consigo grandes desafíos para la estabilidad social y económica de todos los países y territorios alrededor del mundo. El impacto en la salud de las personas es cada vez más notorio y las iniciativas de los gobiernos por frenar la pandemia no han tenido hasta el momento un éxito sostenido.
De acuerdo con América Arias, Directora País de Acción contra el Hambre, el acceso extremadamente limitado a los servicios de salud en zonas aisladas (como la Amazonía), la limitada disponibilidad de camas de cuidados intensivos, y la fragilidad en la atención en áreas clave, como la salud materno-infantil o la desnutrición, siguen siendo las principales dificultades que ha transparentado la pandemia en el Perú. “Esta débil infraestructura sanitaria hace suponer que el número real de contagios y decesos sea mucho mayor del que se registra oficialmente”, añade la vocera”.
¿Qué retos deberá asumir el Perú y los demás países de Latinoamérica?
Según cifras del Reporte Regional 2021-2023 de Acción contra el Hambre, la economía en la región se contrajo en un 5,2%, la tasa de desempleo subió al 11,5% y la tasa de pobreza aumentó 4,4 puntos porcentuales en el 2020 (llegando al 34,7%), lo que significó un incremento de 28,7 millones de personas en situación de pobreza.
En el Perú, según el INEI, el 30% de la población peruana está bajo la línea de la pobreza, siendo los hogares no pobres pertenecientes a la clase media los más afectados (clase media podría reducirse de 40.7% a 34.2%)
Si la tendencia continua, las persona en situación de inseguridad alimentaria severa pasarán de los 47.7 millones actuales a 66.9 millones en 2030, sin tomar en cuenta los efectos que tendrá la crisis de la COVID-19, destaca el reporte.
América Arias destaca además los siguientes problemas sociales que deberán gestionarse durante los próximos tres años:
Violencia de Género:
Durante la pandemia se ha incrementado la conflictividad y la violencia hacia la Mujer. En el Perú se registraron 97,926 casos de víctimas de violencia psicológica, física, sexual y económica o patrimonial en todo el territorio peruano, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Problemas de acceso a servicios básicos:
En gran parte de los territorios de América Latina, la población no tiene acceso a servicios básicos como el agua y saneamiento. Según el informe técnico “Condiciones de vida en el Perú”, desarrollado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), existen 9.7% (más de 3 millones) de peruanos a nivel nacional sin acceso al agua potable.
Afectación en el empleo:
Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) a raíz de la pandemia, 1,13 millones de personas han perdido su empleo en Lima Metropolitana.
La vulnerabilidad económica es más aguda para las mujeres más excluidas del sistema económico y social, como son las mujeres jefas de hogar, las mujeres sin hogar, las mujeres migrantes, las trabajadoras informales, las trabajadoras sexuales, así como las mujeres supervivientes de violencia basada en género.
Como señala América Arias, Acción contra el Hambre buscará implementar y desarrollar proyectos integrales de salud, agua, saneamiento, seguridad alimentaria y nutricional para las personas vulnerables, e incidir en un trabajo integral en territorios y sistemas, de acuerdo con sus diferentes alcances, usando metodologías y actividades específicas para cada uno.
“Nuestra prioridad será frenar el hambre, al mismo tiempo que impulsamos y acompañamos cambios más profundos que buscan el cierre de brechas estructurales, priorizando la atención de las necesidades vitales en relación con los sistemas alimentarios, medios de vida y el cuidado de la salud”, concluyó la experta.
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