Perú fue uno de los primeros países de América del Sur en decretar un aislamiento social obligatorio para prevenir la propagación del coronavirus. El país contenía la respiración con la esperanza de que la crisis terminara pronto, pero meses más tarde la Covid-19 sigue golpeando con fuerza.
Para más de un millón de personas refugiadas y migrantes procedentes de Venezuela que viven en Perú, la pandemia es un problema añadido a su situación de vulnerabilidad.
Miguel Ángel Longart y su esposa Danny Bárcenas, obligados por la crisis económica y política de su país, llegaron al Perú desde su natal Venezuela un 14 de octubre del 2016 después de un viaje bastante largo y sufrido de 6 días por tierra.
Con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, la Fundación Acción contra el Hambre Perú está apoyando a familias como la de Miguel Ángel para incrementar sus posibilidades de empleabilidad y emprendimiento. A través del Programa “VIVES EMPRENDE”, programa formativo centrado en fomentar el emprendimiento inclusivo de personas desempleadas y en riesgo de exclusión, familias como las de Miguel Ángel acceden a capacitaciones y un fondo semilla que les permite acceder al mercado laboral y competir con mejores condiciones en un contexto sociocultural y económico diferente al suyo.
Miguel Ángel tenía la idea de iniciar un negocio de venta de chicha venezolana, porque tenía experiencia vendiéndola y para él, la chicha, tiene un valor muy importante: “Me conecta con mis costumbres y recuerdos de infancia, pues como extranjero, siento la necesidad de sentirme como en casa”. Así nació “Chicha Don Miguel”, un emprendimiento familiar con mucha esperanza.
Por ello, en el 2019, decidió participar del programa “VIVES EMPRENDE” donde aprendió sobre competencias emprendedoras, administración, finanzas y tuvo toda la orientación necesaria para lograr formalizar su emprendimiento.
El proyecto de negocio recibió un fondo semilla de S/. 3,000 soles de parte de ACNUR y Acción contra el Hambre. Miguel Angel decidió invertir en insumos y comprar una nueva licuadora.
Cuando llegó la pandemia “me asusté un poquito, porque CHICHA DON MIGUEL es un negocio joven y viene la pandemia, la verdad es que ha sido un susto muy grande”.
En ese contexto, Miguel Angel tuvo contacto con Acción contra el Hambre y a través de su participación en las capacitaciones virtuales del programa “VIVES EMPRENDE” logró adaptar su negocio para cumplir con los protocolos de bioseguridad, brindando a sus trabajadores las provisiones necesarias para su cuidado y el de sus clientes.
Luego de sobrevivir al duro tiempo de cuarentena Miguel y Danny tienen proyecciones seguras de seguir creciendo, pues ahora cuentan con los conocimientos para seguir desarrollando su negocio.
“Aquí nos tratamos como familia, brindamos total confianza al equipo para que expresen sus inquietudes. Gracias a ello hemos podido seguir adelante e incluso crecer a pesar de la pandemia”
El negocio cuenta ahora con 7 personas en el área de ventas, distribuidos en diferentes puntos de la ciudad.
Miguel Angel tiene claro que emprender un negocio no es una tarea fácil por lo cual agradece el tiempo invertido en su formación y el capital semilla que fue pieza clave para despegar.
Al final Don Miguel con una sonrisa anima a quienes el emprendimiento se les abre como una oportunidad de salir adelante: “Abrir un negocio requiere esfuerzo y perseverancia, sigan adelante. Yo estoy muy contento”.